CHUCHI

El aventurero del Gran Norte

Una vida de aventuras

«Marché a Estados Unidos, a Pensilvania –tenía yo 28 años-. Pensaba volver, pero me fui a Canadá y estuve trabajando en diferentes sitios. Estuve así un año y luego me hice canadiense. Después trabajé en el petróleo y más tarde, seis años en el Ártico, en reservas indias en los Territorios del Norte. Luego en la Isla de Baffin, y la parte este desde Terranova. Allí estuve haciendo construcción… polideportivos, escuelas y demás equipamientos para los Inuits, para comunidades muy pequeñas que encargaba el gobierno.»

Al otro lado del planeta

«Luego fui para los territorios del Noroeste. Un sitio que me gustó mucho fue Fort Franklin, la única reserva india que está al lado del lago del Gran Oso, que es gigantesco.
Hay que usar avionetas, hidroaviones para llegar a cualquier lugar. Además las personas que acceden están completamente controladas.
Hay científicos, geólogos, etc.. que van por cuestiones muy concretas.»

Un lugar en el mundo

«Después volví. Yo he llegado a tener pesadillas con que no podía volver a la Montaña Palentina. No pensé en el dinero en todo este recorrido. Quise conocer cosas y eso era lo que buscaba. Pero los recuerdos de Vallejo, toda la infancia, son muy fuertes. Era un lugar increíble. Los Maristas nos daban clase en el verano en el Pinar. El entorno era preciososo. No me he arrepentido nunca de volver a la Montaña Palentina a pesar de haber podido parar en cualquier otra parte del mundo.»

Muy buenas razones

«Después de unos cuantos años fuera vine a Brañosera. La razón: Añoranza. En Montaña Palentina se mantienen muchos lugares vírgenes y deberíamos de aprender del Canada muchas cosas para mantenerlos así… que se puedan visitar pero sin deteriorarlos, controlando, cuidando…»

 

«Hay sitios increíbles. Se pueden hacer recorridos siguiendo las piedras de molino que hay abandonadas en el monte. Aquí, en el entorno de Brañosera hay más de cien. Y por otras partes. Estas cosas son un atractivo fuera de serie. El Rubagón hasta el Golobar. Se pueden recorrer tramos de río salvaje absolutamente increíbles. No hay nada igual.»

La belleza accesible

«La belleza, el entorno de Canadá, es espectacular pero es muy duro. Hay que tener un espíritu muy aventurero para estar allí. Muchos de los paisajes que vemos son tal cual de postal pero muy difíciles de estar o llegar. Aquí es diferente. Puedes acceder al entorno, lo puedes disfrutar pateándolo con mucha facilidad. Cualquier persona sin grandes condiciones físicas puede disfrutar de un lugar tranquilo, espectacular equiparable a cualquier otro lugar del mundo.»

Un buen sitio para vivir

«La Montaña Palentina es un buen sitio para vivir. Hasta ahora esto es una maravilla y la gente cada vez lo va apreciando más. Estamos en una zona que gracias a la falta de desarrollo no hay una masificación de gente y lo puedes disfrutar mucho más. No hay restricciones de caminos o esas cosas y eso te permite disfrutar mucho más, aunque cada día se nota que la gente va viniendo un poco más.

Cualquier día de la semana es bueno para disfrutar. Es igual en cualquier estación, porque en invierno la nieve es una maravilla, en el otoño todos los frutos que hay salvajes (andrinas, ayucos, avellanas…). En la primavera una explosión de flora fuera de serie. Cualquier día del año es bueno para gozar en este lugar.»

Un alma errante con las raices en la montaña

«Me llaman el esquimal, algunos el indio. Mi mujer era de la reserva de los Chipewyan en Cold Lake. Quizá por eso me llaman el indio. Me importaría más que dijesen que estoy haciendo el indio… Yo me fui al Canadá pero ya hacía el indio antes. Culturalmente no tenemos nada que ver.

Lo que me da un poquito de envidia es que allí la gente aprecia realmente el sitio donde está. He estado en Costa Rica y lo mismo. La persona que va a la montaña es montañero, disfruta el bosque. Aquí los turistas no tienen dentro esa sensibilidad del cuidado, de por qué ese árbol… Nos falta mucho para llegar a ese nivel de compromiso y cuidado. La gente no cuida el entorno como allí lo hacen.»

Alma de artista

«Me hubiera gustado dedicarme a tiempo completo a ser artista. Sin embargo he sido hombre de muchos oficios. Dicen que para ser artista hay que pasa hambre, cosa que no me gusta demasiado. Pero me encanta, disfruto con eso. Una vez en la aduana en Alemania la persona que hacía el control me dijó -“you are crazy” porque traía una piedra del Ártico para tallar en la bolsa de viaje. Es con lo que los esquimales tallan las figuras que hacen ellos. «

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