ALBERTO
El luthier que vino de la ciudad
La música que nace del silencio de la montaña
Hace más de veinticinco años Alberto Redondo -para el que Valladolid ya era entonces una ciudad demasiado grande- llegó a Montaña Palentina casi por casualidad. Aquí consiguió convertir la inusual afición de juventud en su modo de vida no sin algún que otro cambio de rumbo. Hoy es un luthier reconocido y un montañés al que le gusta ir a la ciudad sólo de visita -«Me saturo enseguida y tengo que volver al pueblo…»
La Montaña: Un espacio de libertad
«En una ciudad te asomas a la ventana y ves el edificio y el vecino de enfrente y ves un entorno muy falso. Después de tanto tiempo en el pueblo, cuando vas a la ciudad, da la sensación de que todo es muy artificioso, no sólo por el aspecto físico de la propia ciudad sino porque la gente vive de una forma convencionalmente extraña para mi.»
«La gente se preocupa mucho de sus aspecto físico, de cómo va vestida, de cosas así… Aquí en el pueblo de la sensación como de que eres más libre, que la gente no te va a juzgar tanto porque vayas mal vestido. En la ciudad hay más superficialidad. La gente se juzga más entre si por cuestiones más superficiales. Aquí en el pueblo la percepción es un poco distinta.»
Un lugar para la calma
Lo que más le motiva para seguir viviendo en el pueblo es un entorno de ensueño…
«Tu aquí decides un sábado por la tarde dar un paseo y en un minuto estás en un robledal fabuloso o has subido una montaña preciosa con unas vistas espectaculares… Incluso te puedes encontrar con algún corzo, o un zorro, algún pájaro bonito, y todo en estado salvaje…»
El refugio del artesano
«Un trabajo como el mío no tiene por qué realizarse en un entorno determinado pero el trabajo artesanal en una zona como esta se encuentra en su elemento. Montarte un taller en una zona urbana es muy costoso y muy complicado. Aquí puedes acceder a una vivienda grande y montar un taller. En una ciudad eso es mucho más difícil de hacer. Todo acompaña…»
Sueños de piedra y madera
«Siempre me ha llamado la atención que en las iglesias románicas del entorno hay muchas esculturas de instrumentistas. Hay muchos músicos representados. La música ha tenido importancia en esta montaña desde la Edad Media. Hay gente que me pide la reproducción de una imagen por ejemplo del Románico. Quiere un instrumento que aparece en una iglesia determinada. Otras veces combinas elementos.»
«Mi sueño es hacer una reconstrucción de los instrumentos del Románico Palentino. Sería una cosa muy valiosa, una fuente de conocimiento muy importante.»
El inicio del camino
«Desde que estaba en el colegio entré en este mundillo y hasta ahora. Al principio hicimos unos monstruos, aquello no eran instrumentos. Era un frikismo total porque además éramos como raros. Éramos peculiares.
Somos autodidactas. Nadie nos enseñó. Tenía como catorce o quince años. La primera zanfona que intenté hacer cuando era un chaval la desarmé y la quemé porque era una mierda. Era un horror y eso que mi padre me ayudaba. Era muy buen mecánico y soldador. Yo le dibujaba una pieza de madera y él de un taco de madera de un palé me la hacía a la perfección. Cuando las traía a casa era como que venían los Reyes Magos. Las mejores piezas que tuve entonces eran las que me hacía mi padre»
Compartiendo el conocimiento
«Ahora sigo como músico. Estamos en un duo. Catarina y yo tenemos Piripiri folk. Hacemos música Ibérica -española y portuguesa-. Y doy alguna clase a los chavales. He llevado el coro de San Cebrián de Mudá… Ahora tengo gente que viene aquí a casa que quiere aprender el rabel, la zanfona. Es una cosa muy divertida. La persona que te encarga construir el instrumento es la que aprende a tocarlo.»
Desde Montaña Palentina
«Nuestro trabajo actualmente llega a cualquier cualquier parte gracias a Internet y las redes sociales. Como hay muchos grupos específicos de interesados en este tema, accedes a ellos, promocionas tu trabajo y te hacen encargos desde cualquier sitio.
Con las nuevas tecnologías está fácil hacerlo desde aquí. La gente puede ver tu trabajo y cómo suenan los instrumentos y demás. También hay ferias y encuentros específicos de luthieres donde nos damos a conocer personalmente. Esos eventos sirven para encontrarte con gente de tu mismo oficio, intercambiar ideas… Son historias chulas.»