TINO

La enciclopedia de la montaña

Donde alcanza la memoria

«Ahora vivo en Cordovilla de Aguilar. Soy nacido en Revilla de Santullán y he vivido desde el principio en Barruelo. Los recuerdos más tempranos son de allí. Teníamos el monte al lado de casa. Mi padre, cuando yo nací, tenía  un gato montés. Encontro al gatuco que había perdido a la madre y estaba desvalido y le crió en casa. ¡Vivía con nosotros un gato montés!. Fue de herencia el gusto por los animales. Toda la familia por parte de padre y madre han estado unidos a la naturaleza. Eran pastores, tenían ganado y estaban ligados al campo.

Una cosa que me dejó muy marcado fue –yo tenía 12 años- que vi en un invierno como un grupo de lobos comía un corzo. Salí de casa al monte. Había nevado muchísimo aquel invierno. Oí una escandalera y pensé ¿Qué será lo que pasa? Y vi un grupo de ocho individuos comiendo el corzo. Me dejó marcado por mucho tiempo. Esto pasa así. (eran las cosas que enseñaba Félix y yo las tenía al lado de casa prácticamente)»

Apuntando maneras

«Yo era el raro de la escuela. Hoy lo hubieran llaman acoso probablemente. En clase cuando la profesora -estuviese dando lo que diera- yo estaba mirando por la ventana mirando qué pájaros pasaban. Cuando los demás jugaban al futbol, yo estaba pendiente de los bichos. Yo era el raro del colegio. En mis ratos libres me iba al monte a dar una vuelta e iba descubriendo cosas –no tenía libros-.»

Aprendiendo del entorno

«Empecé atrabajar a los catorce años. Había que llevar recursos a casa. No me gustaba estudiar. Yo nunca pensé que se podían estudiar cosas relacionadas con la naturaleza. Pero tenía la vena del campo.

En el tema de naturaleza yo he ido aprendiendo de mi padre, de otra gente y de mi propia experiencia. Hubo influencias muy grandes: Félix Rodríguez de la Fuente -No tuvimos televisión en casa hasta que tuve 16 años-. Íbamos a casa de una vecina a ver la tele. Y cuando salía Félix después del parte a las 9 y media no decíamos ni palabra. Y yo veía que muchas de las cosas que enseñaba las había aquí. Eso lo he visto yo -pensaba-  aquí en la montaña palentina (la marta, la garduña, los osos, el águila real…)

Con esas inquietudes tu vas rellenando. Vas aprendiendo de otras personas que conoces y vas acudiendo a libros y demás.»

Un proyecto profesional

«El paso a lo profesional fue en el año 1996. Por temas de trabajo nos trasladamos de Noja a Reinosa y trabajaba en un hotel. Yo era el encargado de aquello. Recuerdo que vino un autobús de canarios que venían a ver el nacimiento del Ebro, el director no sabía qué hacer con ellos. Entonces me propuse como guía.

Me les llevé al monte, al campo, a transmitir lo que yo sabía. Allí vimos pájaros, árboles… Les conté historias del sitio en el que estábamos. Y se lo pasaron fenomenal… Les encantó de tal manera que todos los años venía el autobús de canarios a buscarme. Fueron mis pinitos para poderme dedicar de manera profesional al turismo relacionado con la naturaleza.»

Saliendo fuera de las fronteras

«Somos pioneros. Fuimos una de las primeras empresas de turismo de naturaleza de España. La primera de Castilla y León (como turismo de observación de naturaleza)

Hubo un antes y un después en los visitantes. Entre al año 2000 y 2007 hay una demanda creciente por parte del turista de naturaleza español (entre 20 y 40 años de edad). Va creciendo ese turismo. El 99% de clientes son españoles.

En 2007 radicalmente desaparece ese perfil. La crisis es donde golpea más en serio. Afortunadamente nosotros, desde el 2004, habíamos empezado a trabajar con algún grupo de extranjeros para diversificar. Y a partir del 2007 empezamos a trabajar con más: Ingleses, alemanes, suizos, belgas, etc… a través de turoperadores.»

Enamorado de Montaña Palentina

«Cuando yo hablo de Montaña Palentina me emociono. A veces pienso si será lo que yo creo, algo así como amor de madre. Cuando viene gente de otros países y te dice que esto que tenemos aquí es único en el mundo. Por supuesto en Europa lo mejor. Lo que más aprecian es lo salvaje que está todavía, que tengamos una biodiversidad tan grande no tocada por el progreso.

El hecho de que haya sido un sitio despoblado, marginal, ha favorecido un caso de conservación único. A la vez los habitantes que han vivido durante siglos en el territorio lo han hecho muy bien. No sobra nada ni falta nada. Hoy en día la conciencia de conservación es tan grande que podemos esperar que las cosas no cambien.»

Las cosas que no vemos los que estamos aquí

«Una cosa que admiran es la calidad de vida que tenemos en un lugar tan privilegiado como en el que vivimos. Incluso aunque no salgan al monte en Aguilar en donde trabajan. Es cómo manejamos el tiempo, la falta de tráfico, la facilidad para estar. Eso es calidad de vida. Y es una de las cosas que más admiran también de Montaña Palentina.

Aquí ha venido, por ejemplo, el nieto de Shakelton. Fue muy curioso. El primer día la gente es muy reservada. Todo es como muy académico. La forma de ser de los españoles es más abierta. Directamente preguntamos todo. Al final se relajan y cuentan. Este hombre es fotógrafo. Viaja por el mundo. Me contó la historia de su abuelo.

También vino un exministro de agricultura de Margaret Thatcher. Este hombre era experto en patatas. ¡Estaba enamorado de las patatas!. Una de las rutas que hacíamos era por la Valdivia. Cuando llegábamos a un patatal, allí se metía y sólo decía -“good, good, good”. Han venido personas expertas en aves marinas y en otras materias muy específicas. Mucha gente interesante de la que aprendes mucho.»

Un futuro prometedor

«A veces nos empeñamos en frenar la despoblación, pero para eso hay que tener recursos. Es el final de un proceso. Las empresas que se han instalado, por ejemplo en Aguilar en relación con lo agroalimentario, son garantía de conservación. Nadie va a poner una industria galletera al lado de una industria química o una nuclear. Son empresas que valoran que el entorno no esté degradado y no haya contaminación.

Además Montaña Palentina es uno de los sitios mejor comunicados que puedas encontrar. Tenemos futuro»

 

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